LOS JARDINEROS VECINALES DEL POBLADO DIRIGIDO DE FUENCARRAL C
Lo que no se conoce pasa desapercibido, no existe en nuestra memoria visual. El objetivo de Sendas Ocultas es desvelar los conocimientos y experiencias ciudadanas ilusionantes y enriquecedoras que en muchas ocasiones pasan desapercibidas en nuestros barrios.
Una de estas experiencias que hemos descubierto con más profundidad en el Poblado Dirigido de Fuencarral C es la jardinería vecinal.
La jardinería vecinal en el espacio público nace de la ambición de crear comunidad y dar un uso más amplio a los alcorques y espacios yermos de la ciudad, que pasan a ser una oportunidad para que la vecindad tenga un impacto positivo en el paisaje urbano. Contribuye a mejorar el cuidado de los espacios públicos a través del empoderamiento ciudadano. Cuando alguien se siente responsable de su entorno, lo tiende a cuidar con mayor entusiasmo y cariño. Refuerza las redes vecinales, aumenta la biodiversidad y diversifica los espacios verdes colectivos, introduciendo creatividad en la uniformidad del ajardinamiento institucional.
En las dos rutas efectuadas hasta la fecha por el barrio en busca de nuevos modelos de jardines urbanos, guiados por Iván López ( jardinero vecinal) hemos conocido una gran biodiversidad de fauna humana que han creado oasis verdes en espacios abandonados o “ no lugares “ , a veces en soledad , en otras ocasiones con ayuda de aliados, en todos los casos con el objetivo de hacer de sus calles un lugar más amable por el que transitar.
Os presentamos a algunos de estos nuevos pobladores del espacio público:
Iván López: El jardín de la calle Sabadel
Iván está siendo nuestro aliado en este proyecto de sendas ocultas, el nexo de unión entre los jardineros vecinales y nuestro colectivo. Como buen poblador del espacio público predica con el ejemplo. Así nos cuenta cómo se inicio es el mundo de la fotosíntesis:
“ La segunda etapa del jardín surge en noviembre de 2016. Por entonces no vivía en el poblado pero venía habitualmente a visitar a mi familia y me daba pena ver que lo poco que quedaba de lo que 25 años antes había plantado mi abuela (ella sí que es una pionera de la jardinería vecinal de guerrilla) estaba prácticamente seco o engullido por la hiedra y convertido en algo así como un pipican para los perros. Así que decidí, tras hablarlo con mi tío que, junto a nuestro vecino Fernando, es quien me ayuda con el mantenimiento, iba a recuperar lo que había. Luego se me ocurrió plantar un pequeño árbol y después llegó todo lo demás.
Por resumir, lo que comenzó como un homenaje a mi abuela (que lo es y lo será) se ha ido trasformando en un jardín vecinal extensivo o expansivo y también compartido, ya que algunas de las últimas especies que hemos plantado, con algo más de criterio y conocimiento, nos las han ido regalando algun@s vecin@s. Gracias a la jardinería vecinal y a recuperar la calle como si fuese una prolongación de casa, he ido conociendo a nuevos y veteranos vecinos con los que coincido en el jardín y charlamos un rato”.
Jorge: Maceto-jardín. Calle Mataró, 85
Cuando Jesús Vidal, vecino del huerto urbano de Huerkarral que nos acompañaba en el paseo, se paró en un macetero municipal hexagonal situado en la esquina de la calle para contarnos su metahistoria, apareció de manera inopinada un nuevo jardinero, Jorge .
Jesús nos estaba comentando que ese macetero funcionaba como un basurero, siempre lleno de colillas, latas o plásticos. Cuando pasaba por allí dedicaba unos minutos a retirar la basura. Este civismo barrial fue contemplado en varias ocasiones por Jorge, que vive en una casita baja frente al macetero.
Un día Jesús pasó por el macetero y se sorprendió al verlo lleno de plantas. ¿Os imagináis quién fue el duende, verdad? Jorge nos contó el día del paseo cómo surgió su iniciativa de ayudar a mantener verde el macetero al ver las labores de limpieza altruistas de Jesús.
Ya con el foco en el macetero vimos que había demasiada de abundancia de plantas en tan poco espacio, algunas de ellas con pocas posibilidades de sobrevivir. Ante el riesgo de implosionar como los mayas, le dimos unos consejos que aceptó con gran sentido del humor.
Luis: Microhuerto urbano. Calle Manresa, 90
Luis creo este microhuerto con fines pedagógicos para enseñar a los más peques de su comunidad de dónde salen los vegetales de sus neveras, la importancia de los insectos polinizadores o los beneficios para la salud de espacios como éste, que invita a sentarse, abandonarse a la lectura o simplemente dejar hacer a la naturaleza.
Rafael: Jardines calle Braille
Conocimos a Rafael asomado a la ventana de su casa mientras sacábamos fotos al jardín situado frente a la fachada de un bloque de edificios en las cercanías de la estación de metro de Fuencarral.
Al revelarse como el creador de ese jardín tan ordenado, le invitamos a bajar para que nos relatase cómo surgió la idea de imaginar un espacio verde en la comunidad de vecinos. Dudó unos segundos. pero enseguida venció el recelo y se enfundó un mono azul de la construcción para guiarnos por los dos jardines en los que lleva 12 años plantando y cuidando las cerca de 70 especies que inventariamos.
Al margen de relatarnos brevemente su vida ( se nota su experiencia como albañil en los acabados del murete y los senderos jalonados con ladrillos pintados), que por cierto, ha empezado a escribir y lleva cerca de 500 páginas, nos contó con mucho humor que él plantaba a discreción lo que le traían y que no conocía la gran mayoría de especies plantadas. Así que en nuestra próxima visita nos comprometimos a traerle unas placas identificativas de las plantas que pueblan sus jardines.
Dioni: Jardines calle Badalona, 85
Dioni apareció apoyada en una muleta mientras anotábamos las especies de los dos parterres ubicados frente a la puerta del edificio por el que salió. Nos contó que llevaba cerca de dos años intentando sacar adelante las plantas que descansaban sobre una tierra con una cantidad importante de yeso. A pesar de la pobreza del suelo, el jardín lucía buena cara.
Le comentábamos que si tuviese que poner un nombre al jardín cuál sería. En un alarde de creatividad le sugerimos que quizás el jardín de Dioni. Nos respondió que no se le ocurriría ponerle su nombre. Le parecería un síntoma de protagonismo y el quería pasar desapercibido, no despertar recelos entre los vecinos. Sólo pretendía embellecer su calle y que las personas disfrutasen al pasar por delante.
Lo que le motiva es seguir extendiendo el jardín hacia los parterres desnudos aledaños, pero esto no lo vamos a decir muy alto. Una cosa es que no tengamos lucidez para poner nombres a los jardines y otras que seamos unos chotas.
Carmen: jardin de la playa. Cardenal Herera Oria, 88
Carmen ha diseñado un jardín frente a su casa con cierta poesía, espiritualidad y movimiento. Se percibe en la disposición circular de las piedras alrededor de las plantas, en los caminos curvilíneos que rodean la zona de aromáticas. Hay incluso dos alcorques con motivos infantiles en recuerdo del hijo pequeño de una vecina que lamentablemente murió hace unos años
Hablando con ella se percibe el amor por las plantas y los recuerdos que evocan. Siente una gran atracción por las acacias de constantinopla porque guarda en su memoria un paseo en Berlín con su pareja bajo esta especie, conocida también con el poético nombre del árbol de la seda.
No es extraño que al preguntarle qué nombre le pondría a su jardín brotase el nombre del “jardín de la playa”. La avenida del Cardenal Herrera Oria coincide en algunos tramos con la antigua carretera de la playa. Así conocían y siguen conociendo muchos madrileños esta avenida que llevaba hasta la playa de Madrid, un complejo deportivo y recreativo público, con arena, su orilla, parasoles, barcas y bañistas, que se construyó durante la República en 1932.
Está claro que a Carmen se le da mejor poner nombres que a nosotros.
José Manuel. Jardines calle Mataró, 60
José Manuel es escritor especializado en ensayo histórico y político. Investigando en el proceloso mar de internet sobre sus publicaciones vemos que ha ganado varios galardones literarios, pero el que más aprecia es el Primer Premio de Relatos que le concedió en 1997 la revista Beleño, por su cuento ecologista El año de la cosecha.
Quizás aquí subyazca el germen que 20 años después brotò para iniciar, con ayuda de sus vecinos, los jardines que se extienden por las casitas bajas de la calle Mataró. Como anécdota, comentar que muchos de los vecinos que participan en el jardín, al igual que José Manuel, sienten predilección por el rocḱ’n’roll. No es de extrañar que a Iván López la presencia de las chumberas le evocasen rifs de guitarra de sonidos fronterizos.
Tenemos que pedir a Jose Manuel su cuento ecologista para ver si hemos estado más afortunados en esta apreciación que en la elección del nombre del jardín de Dioni.
Los jardineros vecinales de Fuencarral no se acaban en este post. Vamos a seguir descubriéndolas en nuestras visitas cuando la Covid-19 nos dé un poco de cancha.