Categoría: ZASS

ENROCÁNDONOS CON LAS SILVESTRES

El arte del ajedrez tiene bastante similitud con el proceso de semillado, tanto física como mentalmente. Los jugadores comparten un ritual previo al juego : Colocación pulcra y ordenada de las piezas sobre la casilla correspondiente del tablero; preparación metódica de la mezcla de sustrato, esparcimiento de la tierra sobre la bandeja de alvéolos y posterior allanado con la superficie de la mano para dejar un tablero liso de casillas de tierra.

En el desarrollo de la partida sobre el tablero de los 64 cuadrados es fundamental poner en juego cuanto antes las piezas mayores y dominar el centro para ir cercando a tu contrincante hasta darle jaque mate.

En el proceso de semillado las semillas también deben disponerse cuanto antes sobre la bandeja una vez sacadas de sus sobres o tarros de cristal, y es fundamental ocupar el centro de cada cuadrado para que puedan germinar con éxito.

Las cualidades de los ajedrecistas también son muy parecidas a las de los semilladores. Se necesita la misma concentración en cada partida, incluso más, pues el número de cuadrados y piezas en el proceso de semillado que debe manejar un semillador es bastante mayor que las cuadrículas y piezas que debe controlar un ajedrecista.

Toda esta reflexión la experimentamos el Viernes que fuimos a semillar a Afandice las semillas de plantas silvestres que recogimos en nuestras últimas salidas por los descampados de Villaverde. Allí nos estaban esperando los ajedrecistas del centro ocupacional de jardinería, expertos en estas partidas en las que está en juego algo más que convertir un peón en una reina, cosa menor frente a la posiblidad de que una semilla silvestre cobre vida y pueda ser parte de un jardín con casi nulas necesidades hídricas. Eso sí es un jaque mate a la jardinería demandante de agua.

Yo estaba especialmente nervioso, pues soy un tipo bastante despistado. Mi nerviosismo se enrocó a miedo escénico cuando visioné el resultado de las anteriores partidas que ya habían jugado en el invernadero: Allí estaban domadas, dominando todo el tablero, plantas silvestres en su estado embrionario como hinojos, abrepuños, mostazas, alfalfa, dientes de león o amapolas.

Y empezamos la partida con los maestros semilladores. Bajo la cúpula del invernadero nos esperaban Rumi, Eduardo, Angelines, Marta y Susana. El saludo se alejaba bastante del frío apretón de manos de los maestros ajedrecistas. Los semiladores nos recibieron con un cálido abrazo. Esto nos ayudó a relajarnos.

También me sorprendió que no aprovecharan nuestros errores sobre el tablero de alvéolos para desanimarnos. Fueron varias las veces que nos saltamos alguna casilla, dejándolas sin semillas, y los maestros semilladeros nos guiaron con sus dedos para que volviésemos sobre nuestros últimos movimientos.

Al final del semillado ya no veía ta claro la similitud entre el ajedrez y el semillado con silvestres. El duelo a dos del ajedrez, muchas veces sufriente, no tenía nada que ver con el juego colectivo y lúdico de la bandeja de alvéolos.

A veces es necesario ayuda externa para cambiar la mirada. Eso sí, el jaque mate a la jardinería exigente en agua lo dimos.

DAR CERA, PULIR CERA

Un jardín silvestre puede resultar un concepto difícil de entender y arraigar entre los seguidores de la jardinería más tradicional. Se prima la observación frente a la intervención del jardinero@, la llegada espontánea y azarosas de semillas transportadas por el viento frente al mantenimiento y cuidado diario . A pesar de la aparente entropía, hay bastante rigor y orden en los pasos a seguir para disfrutar de la zona ZASS que queremos diseñar en Afandice.

En la visita del Viernes 11 de marzo al invernadero , viendo trabajar a Antonio, Dani, Meli, Marta, Susana, Angelines y Hussein, me vino a la cabeza la imagen de una peli muy famosa de los 80’s, Karate Kid. El protagonista, un joven aprendiz de karateka, tiene que pasar por unos ejercicios mecánicos, aparentemente sin sentido, como parte de su entrenamiento para llegar a ser un gran karateka.

En una escena de la película, su profesor de karate, el mítico señor Miyagi, le manda encerar un coche repitiendo este movimiento: Dar cera ( movimiento circular con mano derecha), pulir cera ( movimiento circular con mano izquierda); dar cera, pulir cera, …

El mantra que me vino a la cabeza al ver a l@s jardineros silvestres en acción bajo las indicaciones de nuestros maestros Miyagi, los no menos zen monitores de jardinería Antonio y Lily, fue el de “ Repicar hinojo, aclarar amapolas; Repicar hinojo, aclarar amapolas…”

El arte de repicar no es nada sencillo, requiere orden y concentración. Elegir la planta con el tamaño idóneo de la bandeja de alvéolos para trasplantar e introducir por su parte posterior, en el agujero exacto de la fila y columna de la bandeja, el punzón para extraer el cepellón entero con sus raíces requiere cierta destreza nipona.

Antonio y el señor Miyagi

Antonio Myagi me dijo que me acercase a Antonio y Dani para acometer la primera extracción: ¡Zass! Rápido y certero. Mientras me ponía con el repicado de hinojos, mostazas y alfalfas, la cadena ya había empezado a funcionar ( Dar cera, pulir cera, repicar hinojos, repicar alfalfa).

Meli y Malú preparaban la mezcla de sustrato ( 2 tiestos con arena, 1 tiesto de perlita)

Y yo a lo mío. Los cepellones de alfalfa y el hinojo sobre la mesa , con la tarea de separarlos en plantas individuales.

A mi derecha, Susana, Marta y Rumi aclaraban amapolas. Meli y Malú ya tenían lista la mezcla del sustrato. Antonio y Hussein llenaban los tiestos con la mezcla y yo esperaba con la mesa llena de hinojos, alfalfas, mostazas y olivardas las indicaciones de los Myagi: dar cera, pulir cera, repicar hinojos, aclarar amapolas, repicar alfalfa, aclarar amapolas….

Levanté la mirada de la mesa y vi a Antonio regando las macetas. Malú y Dani me pasaban las bandejas con una remesa de olivardas trasplantadas. Yo andaba retrasado con las etiquetas rotuladas. Dar cera, pulir cera. Dar cera, pulir cera. rotular olivarda, meterla en el tiesto….

Menos mal que llegó la hora de la comida para los karatekas silvestres, en eso si son estrictos, casi germánicos. La pausa de la comida es sagrada.

Con la lección aprendida salí con Malú a nuestra parcela de experimentación. Teníamos que afianzar con maderas el cercado de las parcelas . Todas las semanas aparecían desordenadas porque los mirlos las desplazaban para buscar los bichitos que se escondían bajo ellas.

Pero esta vez ya sabíamos cómo proceder. Malú abría una zanja con la laya en la tierra húmeda, Angelines me pasaba los listones de madera y yo los clavaba con el martillo en la tierra húmeda: Abrir zanja, clavar madera; abrir zanja, clavar madera

El recinto de la parcela quedó fijado, perfectamente ordenado, para nuestro jardín aparentemente desordenado

Descampado Central: Botánica Forense con Carlos

Diciembre es un mes complicado para inventariar flora silvestre. La mayoría de especies están ya de letargo invernal, adoptando estructuras raquíticas, desnutridas, desnudas de hojas y flores, anónimas para la mayoría de personas que caminan por la ciudad más hormigonada; otras han esparcido sus semillas que yacen enterradas en el frío suelo de los descampados esperando las épocas de lluvia y sol para despertar; las menos aún muestran sus flores y porte rebelde, pudiendo ser identificadas por naturalistas o por una comunidad incipiente de aprendizaje que no duda en quedar una mañana de diciembre en un parque de Vilaverde para ir familiarizándose con la flora silvestre de su entorno y recoger las semillas que aún ofrecen los esqueletos vegetales. Sí, los del parque Plata y Castañar a las 10:30 de la mañana de un 3 de diciembre eramos nosotros.

Para practicar botánica forense se necesitan unos conocedores de flora en sus formas menos exhibicionistas ( primera operación resuelta, contábamos con Antonio, monitor de jardinería de Afandice y con Irene, David, Jorge, Lina, Laura y Raúl, nuestra comunidad incipiente de aprendizaje ), y un forense que nos guíe por los aparentes cementerios de silvestres. También lo teníamos: Carlos, participante del huerto Ladis de Villaverde, situado junto al parque Plata y Castañar, y alumno del centro ocupacional de jardinería de Afandice. Nuestro Doctor House barrial, sin bastón, pero con la misma retranca.

Carlos nos condujo por el parque de Plata y Castañar en busca de las zonas verdes más desordenadas, aquellas que albergaban las especies para nuestro futuro jardín ZASS. Parte de la misión era identificar potenciales plantas que pudiesen ser las tapizantes de nuestra parcela experimental. Esa capa vegetal mullida que protegiese el suelo de la erosión y que acogiese las especies de mayor porte o con una floración más estética a lo largo del año.

Nuestro doctor House nos dijo que nos dejásemos de florituras y de discursos poéticos. Los forenses no ven el alma de los vegetales, reconocen los cuerpos y buscan las causas del marchitamiento. Así que nos llevó por varios descampados que cortaban el parque como un bisturí.

Uno de ellos resultó ser una franja con acopio de echadizo en las proximidades del antiguo cauce del arroyo Butarque ( otro cadáver urbanístico); el otro espacio, nuestro descampado central sobre el que realizamos la mayoría de identificaciones y recolecta de semillas, era un baldío de borde, en el que próximamente se levantarán bloques de hormigón. Los suelen llamar viviendas. Ya en los descampados desplegamos las estrategias de botánica forense: Compartir saberes y una guía de flora silvestre, en nuestro caso, la del naturalista Javier Grijalbo, gurú de la flora silvestre madrileña, con el que seguramente contaremos en las siguientes exploraciones.

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DANI, EL RECOLECTOR DE DESCAMPADOS

Conocimos a Dani hace casi un mes, durante nuestra primera visita al centro ocupacional de jardinería de Afandice. Llevaba la sonrisa puesta y una camiseta de Italia. Se señaló el escudo de la escuadra azurra con jerarquía. Le gastamos una broma sobre las malas artes futboleras de los italianos y sin borrar su sonrisa nos enseñó un calendario de la semana con dibujos señalando el recuadro del viernes: una carretilla con azada. Ese día tocaba jardinería.

“¿Cómo es posible que Italia haya ganado 4 copas del mundo de fútbol con ese juego tan cicatero?” Fue el pensamiento que rondó a Alberto ( el miembro de ZASS más futbolero) el primer día que semilló junto a Dani y los demás Afandiceros amapolas y dientes de León en una parcela del centro.

El segundó día que quedamos con Afandice en un descampado para recolectar semillas de flora silvestre, Alberto entendió el tetracampeonato de Italia: Dani apareció con tijeras, botes de cristal y una actitud de explorador botánico. Los viernes tocaba jardinería y en el campo de experimentación, como en el terreno de juego, él lo da todo.

Y así empezamos el Viernes 5 de noviembre (toca jardinería) nuestra primera salida al exterior para ir creando nuestro banco comunitario de semillas silvestres.

Antonio, monitor de Afandice, junto con Lily nuestros grandes aliados en este proyecto y conocedores de la flora silvestre del entorno, nos guio por las islas de descampados que salpicaban el polígono industrial. Nos descubrió dónde se escondían las semillas de la vegetación otoñal ya marchita, nos ayudó a imaginarnos su forma y color en su época de máximo esplendor, también a visualizar la textura que aportaría en su estado más apagado y menos florido a un jardín con pocas necesidades de agua.

Con esa nueva mirada adentrarnos por las matas de Centaurea melitensi (abrepuños) y de Mantisalca salmantica (escobillas) mecidas por el viento para desposeerlas de sus semillas nos resultó más atractivo y divertido de lo que hubiésemos imaginado.

Dani también disfrutaba con la exploración, pero él lleva en el ADN el espíritu azurro. No olvidaba que habíamos quedado a recolectar semillas y el viernes toca jardinería. Así que sacó sus tijeras, sus botes de cristal rotulados y los llenó con las semillas que nos ofreció el descampado de juego:

Dittrichia viscosa (olivarda), Bartsia trixago (gallocresta), Sonchus tenerrimus (cerraja), Centaurea melitensis* (abrepuños), Mantisalca salmantica* (escobillas), Foeniculum vulgare (hinojo), Diplotaxis sp. (Jaramagos).

Centaurea melitensis* (abrepuños)

ACTIVANDO LA PARCELA ENTRE VOCALES SILVESTRES

Une los trozos de maderas y dibuja sobre el estampado de la pradera silvestre un futuro jardín para observar y aprender. Uno de los dibujos será un círculo. Lo desnudaremos quitándole su terciopelo verde. Soñará solo. Nos limitaremos a ver qué especies vegetales lo colonizan. Iremos poniendo nombre a sus nuevos habitantes para no volver a olvidarlas.

En este rodal soñador.preparado para la observación, se toma como referencia la experiencia francesa “ Un carré pour la biodiversité” impulsada por la red CPIE ( Centro permanente de inciativas medioambientales ) que invita a la ciudadanía francesa a comprometerse con un metro cuadrado de suelo para observar la vegetación y fauna que lo coloniza, comprometiéndose a no regar, no fertilizar y no segar.

También se inspira en la propuesta “the same gardens” elaborada por la paisajista Teresa Gali-Izard y que propone la repetición de una misma acción en diferentes partes del mundo consistente en la ejecución de un hoyo de 1,5 m de radio y una profundidad de 10-15 cm. Dentro del que se realiza otro pequeño hoyo y toda la tierra extraída se coloca formando un montículo a 5 m de distancia. Tras la acción se observa lo que ocurre de manera espontánea y se registran los cambios que fueron compartidos en una web.

En el recinto curvilíneo más extenso borraremos parte de su memoria actual. En esos vacíos semillaremos amapolas y dientes de león con la esperanza de que las lluvias venideras las hagan brotar, irrumpiendo con sorpresas sobre la pradera silvestre. Quizás oigamos la “u” de asombro de las malvas, cerrajas o llantenes que cohabitan ahora en ese espacio con forma de vocal débil.

El otro jardín también será redondo, pero será una “o” más voluminosa. Le despojaremos de su atuendo verde, pero lo envolveremos con tierra para que las semillas que diseminemos por él se desarrollen desde más altura sobre el terreno, ejerciendo de vigilantes del jardín.

Así vivimos la primera tarea de activación de una parcela de jardinería experimental que los monitores y jardiner@s de Afandice nos propusieron. Fue un ejercicio divertido para empezar a aprender a reconocer la flora silvestre del entorno y delimitar unos espacios donde ir introduciendo plantas silvestres que puedan dar color y textura al jardín a lo largo del año.

Para el rodal de la “o” voluminosa y el más curvilíneo en forma de “u” sólo había una condición. El jardín resultante de la experimentación debía de ser estético en su composición. Una composición sobre la que iremos interviniendo a lo largo del año, mínimamente, pero con mirada quirúrgica: ¿ Qué iremos quitando? ¿ qué especie arbustiva autócttona podremos incorporar a los rodales para añadir textura y color? ¿ Cuándo volveremos a semillar?

Son preguntas y ejercicios que iremos construyendo y resolviendo entre el equipo de jardineros silvestres de Afandice (Los Antonio, Lily, Carlos, Ángeles, Dani, Luis), los miembros de ZASS y aquellas personas que se unan en nuestros próximos ejercicios para provocar un cambio en la estética de los jardines públicos.

ZASS A LA JARDINERÍA TRADICIONAL

Nos hace mucha ilusión anunciaros que nuestro proyecto ZASS ( zonas amarillas sensibles sostenibles) ha sido elegido en la II Convocatoria de Medioambiente de Desarrollo Sostenible de Fundación Montemadrid y CaixaBank.

ZASS se articula como un proceso de aprendizaje colectivo donde experimentar con la jardinería, empezar a generar un cambio en la estética de nuestras zonas verdes urbanas,, diseñando nuevos jardines con menos necesidades de riego y más implicación ciudadana en su creación y cuidados. Un espacio donde generar intercambios entre los actores participantes (ciencia, arte, pedagogía…) y desde donde cuestionar los modelos y prácticas actuales para fomentar una sociedad crítica y su capacidad de acción política, desde el disfrute y lo lúdico.

Y uno de nuestros primeros pasos ha sido tejer una alianza con el centro ocupacional de jardinería de Afandice , en Vilaverde. ZASS también pretende cambiar los modelos de aprendizaje, así que decidimos empezar a trabajar de voluntarios con los monitores y alumnos del centro que desde hace un par de años están ensayando nuevos modelos de jardinería con flora silvestre y autóctona. Queremos aprender con ellos y de ellos.

Uno de los retos que planteamos en ZASS es la generación de un banco de semillas silvestres que pueda compartirse entre los jardineros vecinales de Villaverde y del resto de la ciudad. Para ello necesitaremos conocer la flora silvestre del entorno, la época de recolección de semillas, si hay que germinarlas previamente o se pueden esparcer sobre el terreno directamente; el porte que adquieren a lo largo del año, cuándo florecen y cuando marchitan, qué especies combina bien para crear contrastes de textura o color…

Este Viernes 22 de octubre hemos quedado con los jardineros silvestres de Afandice para conocernos e ir programando las etapas de esta comunidad de aprendizaje abierta a todas las personas interesadas en los nuevos modelos de jardinería experimental.En las próximas visitas a Afandice para ir creando este banco de semillas podréis sumaros.

Estas son las actividades que iremos programando en abierto a lo largo de este año y hasta octubre de 2022. Estad atentas a nuestras redes

Paseos de exploración de ecosistemas por Villaverde:

En esta actividad se realizarán una serie de recorridos por el distrito de la mano de la comunidad de aprendizaje conformada que como agentes locales son los expertos en el territorio sobre el que se va a trabajar. En estas exploraciones urbanas se podrán identificar y reflexionar sobre las particularidades del entorno y su paisaje y se identificaran problemas socioambientales concretos sobre los trabajar en el laboratorio de ecología urbana. Esta acción busca identificar redes de relaciones más o menos invisibles existentes entre los diferentes elementos y dinámicas de la ciudad, para entenderlas y visibilizarlas como fórmula para el reconocimiento de su valor.

-Paseos comisariados:

Se trata de momentos de encuentro y debate en los que diferentes miradas (técnicas, vecinales y artísticas) se hibridan ante un problema común. Las temáticas a tratar en estos paseos pueden estar relacionadas con las problemáticas socio ambientales previamente identificadas en la exploración de los ecosistemas locales y vinculadas al espacio público, zonas ajardinadas e infraestructura verde. También pueden abordar y adelantar las cuestiones a abordar en los talleres de ciencia ciudadana.

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